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14.1 AL PRINCIPIO FUE EL AGUA DE CAL

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Al principio fue el agua de cal. 

Si hoy al pensar en la fijación o en la consolidación de superficies pétreas o de pinturas murales se nos viene inmediatamente a la cabeza varias clases de productos, desde los inorgánicos como el hidróxido de bario, el amonio carbonato, el silicato de etilo, o los polímeros, estos últimos subdivididos en varias familias. Existen también productos usados en tiempos relativamente recientes y hoy casi abandonados, como los fluosiliconados o el “waterglass” del siglo XVIII, es decir silicato de sodio y potasio.

Pero si damos marcha atrás un siglo o poco más encontraremos un solo protagonista de la consolidación: el agua de cal, es decir, una solución acuosa saturada de hidróxido de calcio, Ca(OH)2. No debemos confundir esta solución, limpia y estable, con la leche de cal, que es una dispersión lechosa del mismo hidróxido de calcio, que tiende por un lado a separar, y, si se aplica sobre las superficies, a depositar una pasta blanca de carbonato de calcio. La reacción es siempre la misma carbonatación:

                                                                                  Ca(OH)+ CO2 → CaCO3 + H2O


Y justamente sobre ésta se basa la fuerza del método: depositar el mismo material que constituye el ligante de las piedras carbonáticas y de los morteros históricos, en analogía a la acción del silicato sobre las piedras de tipo silicio. Por tanto es totalmente compatible.
 Desgraciadamente el método tiene un límite intrínseco e insuperable: la baja solubilidad del hidróxido de calcio (1,7 g/l a 20°C, pero se reduce drásticamente en presencia de sulfatos, haciendo casi inaplicable el producto sobre superficies sulfatadas). Esto hace que al depositar una cantidad mínima de consolidante sean necesarias muchísimas aplicaciones. Intentar utilizar materiales similares, pero con solubilidad más alta se realiza mediante el método del bario (que tiene una solubilidad 35 veces superior, 60 g/l a 20°C), que presenta sin embargo el problema de la toxicidad para el operador y un pH mucho más alto. La llegada de otros tipos de consolidantes ha reducido el uso del agua de cal a pocos y esporádicos casos, pero el interés sobre el argumento está indudablemente vivo todavía, como demuestran algunas intervenciones en el Convenio de Bressanone del 2007 con el titulo “La consolidación de los aparatos arquitectónicos y decorativos” [1].

La reevaluación del método se debe por un lado a las negativas comparaciones de errados usos de los polímeros, y por otro a la investigación de métodos compatibles según los principios de la “bioarquitectura”.
Sobre la eficacia de este tipo de tratamiento se ha discutido mucho, también por la ausencia de estudios científicos que demuestren los efectos reales, y una tentativa de determinar la penetración marcando el consolidante con el isótopo 45Ca demostró una profundidad máxima de penetración de 2 mm.
 Hace algunos años un interesante estudio conducido por un grupo danés [2] ha rebatido los puntos críticos:

           1. La necesidad de efectuar repetidas aplicaciones (más de 40) para obtener un efecto registrable. 
           2.
 La enorme cantidad de agua aportada a las albañilerías (más de 25 l/m2).
           3.  La necesidad de efectuar las aplicaciones sin dejar secar las superficies, por tanto efectuando las aplicaciones, mojado sobre mojado lo más posible.

Estas conclusiones evidencian las problemáticas que hacen posible el método del agua de cal solo en algunos casos:
   ·       La mayor parte de las albañilerías no soportan tanta cantidad de agua: las sales pueden ser movilizadas, y si hay elementos metálicos pueden activarse mecanismos de corrosión, fenómenos de crecida de microorganismos pueden aparecer en las zonas cercanas (no sobre el área tratada a causa del elevado pH).
·       El sistema necesita largos tiempos de aplicación por parte de personal cualificado, y es por tanto muy costoso (a menos que no se valore el coste cero del tiempo del restaurador, cosa que a veces ocurre).

Estos dos puntos pueden ser en parte superados con el uso de la cal nanofásica en dispersión alcohólica, que es el argumento del otro artículo. Con este sistema, denominado Nanorestore®, no solo se trabaja en ausencia de agua y con el alcohol isopropílico, que tiene también función bactericida, pero el número de aplicaciones se reduce drásticamente.
  

Nota: como preparar el agua de cal. El agua de cal no se compra (es al 99,83% agua!), pero se prepara añadiendo a un litro de agua desmineralizada aproximadamente 50 gramos de “grassello de cal”, es decir un fuerte exceso de Ca(OH)2. Después de agitar vigorosamente se deja decantar la solución, para obtener una solución limpia con un cuerpo de fondo. Durante todo el procedimiento el contenedor debe permanecer sellado, para evitar que se verifique la carbonatación del hidróxido.
    

PRODUCTO:

NANORESTORE® - CONSOLIDANTE A BASE DE NANOCALES
Link: https://shop-espana.ctseurope.com/175-nanorestore-consolidante-a-base-de-nanocales

   

Biografía:

  1. Fontanini A., Ghezzi V., Rancilio D., Sala L., Scala B., “Ancora sull’acqua di calce: il restauro della Cappella Cavalcabò nella chiesa di S.Agostino in Cremona a dieci anni dall’intervento” XXIII Convegno Scienza e Beni Culturali, Bressanone (2007), 497-507
  2. Brajer I., Kalsbeek N.; “Limewater absorpion and calcite crystal formation on a limewater-impregnated secco wall painting” Studies in Conservation 44 (1999) 145-146.
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